martes, 30 de octubre de 2012

Desovariando





Tengo los ovarios enormemente chocolateados.

Hoy me he levantado normal, energética y cuasi racional. Me he movido por casa de aquí para allá, y ya que el día me pospuesto los planes he ido creándome otros nuevos a medida que avanzaba la mañana.  He ordenado aquí, he desordenado allá, he reordenado acullá.  Me he subido, me he bajado, y no me he centrado en absoluto. He salido corriendo a la calle lluviosa a por algo de repente imprescindible, diez minutos después  he entrado a  la carrera empapada y cargada. He hecho, he deshecho y cuando ya tenía la espalda y el resuello al borde del colapso… zas!!

Esa sensación, esa pequeña y casi imperceptible sensación, que sólo tú lectora podrás comprender. 

Ese pequeño pero insistente calambre abdominal, acompañado de una sensación pastosa en el tiro de las bragas. Es como si no estuviese ocurriendo, porque es algo más de sexto sentido que físico. Es ese ser mujer y saber bajarte el pantalón y la ropa interior, para averiguar si efectivamente está. Y por supuesto está.

Y una siempre llega antes de la que podría haber sido la debacle.  Si no tuviésemos ese don,  estaríamos condenadas al eterno remojo y frote de nuestros pantalones.

Y es aquí cuando aparece el hijoputa de Paulov.  Es cuando impepinablemente,  al calzarte la compresa, tus ovarios se chocolatean.  Se vuelven enormes, se hinchan, se inflaman dolorosamente, y se convierten en huevos de pascua.   Y te hacen la pascua.

Porque lo común sería atiborrarse de analgésicos anestesiantes y seguir tu día con total normalidad, mientras intentas adivinar a qué huelen las nubes y si sería un buen día para comenzar a montar a caballo, pero…  nos habíamos olvidado de Paulov, y el momento fondant. 

Ése en el que la lengua comienza a salivar cantidades industriales de baba, y una corre irrefrenablemente a la despensa, a la nevera, al cajón de los cubiertos, al estante de los platos, al armarito de los vasos y… ¡¡¡Noooo, no hay chocolate ¡!!!  ¡¡¡ Mierdaaaa!!!!

Y la cabeza te pica, y te tiemblan las manos, y un sudor frío se apodera de ti, y afuera llueve, y crees que la última vez que pasó, en el ultramarinos chino no tenían turrón de chocolate,  y tienes los pies helados,  y los ovarios cada vez más chocolateados, y…  ahí,  a tu lado, mientras sufres y padeces esta gran catástrofe, está tu príncipe azul disfrutando la siesta a pierna suelta y con la baba colgando.

Y yo ahora voy,  compresa en mano, y me cago en Perrault, en Andersen y en los hermanos Grimm!!!!

domingo, 28 de octubre de 2012

A veces...






A veces, dar lo mejor de uno mismo a ciertas personas, se asemeja a darle  margaritas a los cerdos. 

Y mire usted, que llega un día que la zapatilla de andar por casa pisa el freno, que la cuarteada y fina piel se vuelve lustrosa armadura y que cojones, que el coraje y el cansancio dicen basta! , que tengo ovarios pero a mí ya no me tocas más los cojones. 

Total, que no voy a dejar yo mi precioso jardín sin flores, para que me tiren las sobras de una pata de york a medio caducar. 

Y punto.

... y final.


**También se podría haber titulado:
Ya no juego más contigo. Estoy harta de que siempre traigas tu yoyo, y  que nunca me prestes tu tutú **

jueves, 25 de octubre de 2012

Me Llueve






Llueve, afuera llueve.

Llueve gris, llueve frío y llueve intenso.  Lo veo tumbada en mi cama, sola, entre el resquicio de las sábanas, mientras repiquetea el cristal.

Llueve,  a plomo, de forma inerte, de manera forzada. 

Llueve y el día se aburre y se mete en la cama conmigo.

Y me abraza, y me tienta, y me susurra provocativo al oído. 

Subo hasta la coronilla el edredón, me arrebujo cuan pequeña soy, el día y yo nos hacemos un ovillo de calor travieso. 

El día se muestra desnudo, y yo me quito el pijama. 

El día me abraza, me secuestra y me posee.  Envuelve mi piel bajo las mantas y a través de mí me acaricia y me penetra.

Y llueve, afuera llueve.

Y yo me mojo. Yo me mojo dentro y por dentro. 

A lo lejos un trueno.  Y entre mis manos, yo me rompo, me deshago y me desparramo.

Se ha hecho de noche, el día se va y me deja desnuda y sola, y plácida.

Me doy la vuelta, pongo la tele, y pienso: “Se me ha jodido el día.  Qué felicidad “

domingo, 21 de octubre de 2012

Retomando... Relatando







Me miró a la cuenca de los ojos con carita de puntos suspensivos,  mientras me susurraba a gritos al oído: ¡¡ Escríbeme, escríbeme!!!

Como si fuese tan fácil. Puto egoísta egocéntrico, siempre pensando en él. En su afán de salir de mí, de darse una vuelta, de exhibirse y presumir, de cosechar elogios, para tan sólo unos días después caer en el olvido y arrugarse sobre sí mismo antes de  casi desaparecer.

Pero no le importa, insiste, quiere su minuto de gloria aunque a mí me cueste un quebradero de cabeza, un esfuerzo sobrehumano.  Lo admito, me enferma.

Comienza como un chispazo en mi cabeza, un runrún constante  que resuena por toda mi corteza cerebral, hasta que logra pasar al riego sanguíneo y me late en las entrañas inflamándome las venas, y al final lo consigue, llega a las yemas de mis dedos como un cosquilleo compulsivo que me electriza el pulso  y acelera mis nervios.

Y sucede lo inevitable:  el pensamiento fecunda una palabra, que gesta  unos párrafos y al cabo de unos minutos… contracciones. 

Aquí estoy, una vez más, pariéndolo con el sudor de mi frente. Siempre el mismo, pero cada vez diferente.  Esperad que empuje, una vez más, ya viene, ya llega, ha vuelto a nacer… el relato.

martes, 16 de octubre de 2012

¡ Tachán !



Imagen de Morey Studio


¡¡  Bienvenidos señores y señoras al mayor espectáculo del mundo!!!


Pasen y vean.  Disfruten de algo sin par, sin igual y singular.

En la pista número uno: (redoble de tambor)  El clítoris más caliente del mundo.

En la pista número dos: (más redoble) El dedo más rápido del universo.

Y…. (Redoble sobre redoble y sobre redoble uno), en la pista número tres: ¡¡ Un triple orgasmo con doble tirabuzón!!!

 Aplausos.

pd. Un placer...

viernes, 12 de octubre de 2012

Hacerse mayor





Imagen de Mohammed Sami



Hacerte mayor carece de importancia, cumplir años es una mera anécdota de la vida. Una broma perenne de cada instante del presente, que te pone canas y te suma arrugas. 

Yo apenas tengo de ambas, las primeras  de subir a mis espaldas ,para que no me frenen, los disgustos, las segundas de reírme hasta de mi sombra para no perder jamás la cabeza.

Y siendo todavía una niña, sin apenas haberme dado cuenta del paso del tiempo, he llegado a la conclusión que hacerse mayor no es igual que crecer, que lo primero es inevitable a no ser que hayas podido lograr lo segundo.   Porque hacerse mayor resta, pero crecer siempre suma, y no encuentro nada más bello que mi adolescente interior  se haya enriquecido tanto y tan fuerte que mi yo exterior sea cada día más bonito y más potente. 

Gracias yo, por ser yo.