Cada día alguien cumple un sueño, una meta, una promesa, un año.
Hoy, esta pequeña gran madriguera, enciende su primera vela con todo ello cumplido.
El sueño de escribir casi cada día, y de que a veces incluso la lean.
La meta de seguir soñando despierta, de poder cazar los sueños y conseguir que no mueran dándoles forma de posts.
La promesa de volver aunque a veces deba irme, de seguir siendo yo misma, a pesar de todos mis otros yo.
El año de doce meses y trescientos sesenta y cinco días, y cincuenta y nueve publicaciones.
Cumplido un sueño, cumplida una meta, cumplida una promesa y cumplido un año... Dalicia sirve el te.
Hay una taza y un pedazo de pastel para cada uno de vosotros. Creceréis o menguaréis al antojo del mordisco y el sorbo dados. No os preocupéis, no duele, Dalicia lleva estirando y encogiendo durante tooooodo el año. Y aquí sigue, brutalmente viva, apasionadamente libre y humildemente feliz.
Se unen a la merienda, El Conejo Blanco (que hoy ha guardado su prisa), El Sombrerero Loco (que ha decidido venir a cabeza descubierta), La reina de corazones ( que hoy lleva su víscera latiente en la mano), La liebre de marzo ( que hoy ha querido ser septiembre) y yo, que estoy igual de loca que todos ellos, pero vivo al otro lado del jardín y a este lado del espejo.
De parte de todos, gracias por llenar la madriguera, por hacerla visible, por dejar que brille, por compartirla, por hacerla vuestra, por darle un sitio, por no olvidarla, por quedaros, por estar de paso, por haber echado un vistazo, por haber sentido curiosidad. Sí, gracias por venir. Y por estar.
¡ Daos prisa! Que se enfría el te, y se reseca el trozo de pastel. Y no os olvidéis de la vela. Hay una para cada uno también. Soplad conmigo. Queda toooooodo un nuevo año por descubrir , y ya sabéis: algún sueño, alguna meta y alguna promesa, que ya sea aquí dentro o fuera, se cumplirán.
Chin, chin.